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Conjunto Monumental de O Hío

Conxunto Monumental de Hío

[Siglo XVIII-1807]

Existe en Cangas un conjunto monumental de extraordinaria importancia, y es lo que podemos contemplar en la parroquia de O Hío, situada en un marco incomparable de la bellísima ría de Aldán. Por la carretera de Cangas a Bueu, antes de llegar a Aldán, nos desviamos a la izquierda por un cruce que pone O Hío y seguimos las indicaciones de la iglesia de O Hío.

San Andrés de O Hío es una iglesia muy interesante por su antigüedad. La iglesia es un compendio de muchos y variados estilos resultado de las alteraciones y modificaciones que sufrió a lo largo de su historia. Del Románico mantiene la decoración de la fachada, los canales del tejado y su planta de cruz latina. El interior presenta bóvedas de arista góticas combinadas con las barrocas de casetones- en el crucero y en la capilla mayor- que nos recuerdan a San Martín Pinario en Santiago de Compostela. 

Su origen románico puede descubrirse aun hoy en su portada. Presenta una estructura abocinada que se acentúa mediante dos arquivoltas de medio punto de doble bocel apoyadas en una impuesta. Los capiteles son de decoración vegetal excepto uno con talla de lazos. Los fustes de las columnas son lisos, con bases toscanas. La arquivolta exterior, que cierra el conjunto, tiene forma de banda de pequeños boceles con decoración de billetes en arista.

El tímpano centra todo nuestro interés teniendo en cuenta el motivo representado: la X de Xristus. A ambos lados de esta, figuras de niños sosteniendo un libro o instrumentos. Los motivos de los canales son idénticos a los de Santa María de Cela.

La Iglesia de O Hío es importantísima por su famoso crucero, obra del maestro Cerviño. El crucero, como señala Hipólito de San Bravo, es un poema de teología escrito en piedra. Los cruceros son una de las más características y originales manifestaciones de la arquitectura popular gallega, situados normalmente en los atrios de las iglesias, entradas de cementerios, cruces de caminos para protección de los viandantes y santificando espacios relacionados con creencias paganas. El mágico y divino se confunde en el origen y la historia de estas emblemáticas esculturas que eran construidas por maestros artesanos, sobre todo con carácter de devoción.

Uno de los mejores ejemplos lo encontramos en Cangas, el Crucero de O Hío, obra cumbre del maestro Cerviño que data del 1.872 y una de las creaciones más exquisitas que hayan salido de la mano del hombre. Su fecha de construcción la sabemos gracias al angelito que está en alto de una columna a su lado. En el pergamino que lleva en la mano se puede leer: "Limosnas para el santísimo Cristo de la Luz 1872". Esta fue la fecha en la que se inauguró el Crucero, para conmemorar la festividad del Cristo.

Tras observar bien esta maravilla, tajada en su mayor parte en un único bloque, llegamos al convencimiento de que el maestro Cerviño estaba poseído por la genialidad: solo así entendemos que había creado una obra que trascenderá del temporal, para alcanzar las más altas cuotas de expresividad artística gallega.

Es preciso contemplar con detenimiento sus numerosas tallas, los múltiples rostros que lo animan y le dan vida, para componer la Historia de la Salvación de la Humanidad.

El Crucero arranca del suelo con una escalera octogonal de tres escalones, a la que le sigue un ara sobre la que se asienta la estructura principal de la obra, compuesta por base, fuste y cruz. Cada una de estas realizada en una sola pieza.

La base está formada por cuatro fornelas orientadas a los puntos cardinales. La de la cara sur nos muestran a Eva con la manzana en el momento de ser tentada por la serpiente. En este caso se puede hacer una lectura como de principio y fin, ya que si el crucero comienza con el Pecado Original, acaba, en el más alto, con la redención de este, por medio de la muerte en la cruz del hijo de Dios. La fornela que da al oeste forma conjunto con la anterior y representa a Adán en el Paraíso. En la siguiente imagen, Jesús después de morir en la cruz, va al limbo a buscar a los Justos para conducirlos al cielo. En este punto tenemos que prestar atención a la forma en cómo están ciceladas las puertas del limbo. Mirando hacia la iglesia está la cuarta fornela que nos muestra a la Virgen del Carmen cómo redentora de las Almas del Purgatorio. Si nos fijamos, la figura a la que le extiende la mano tiene un barrete.

El fuste en su parte más baja tiene una inscripción en la que se imagina un nombre, que bien pudiera ser el del Arzobispo de Santiago, y bajo este, unas letras que rezan lo siguiente: «Concedió cien días de indulgencia» y es que el arzobispo de la época concedió cien días de indulgencia leve a toda aquella persona que rezara un credo delante del crucero.

Subiendo por la columna, nos encontramos a Adán y a Eva en el momento de ser expulsados del paraíso. Es aconsejable ver estas imágenes de perfil, ya que están unidas a la columna únicamente por los pies, de esta forma nos enteraremos de lo bien que están tallados los cuerpos de ambas figuras.

Arriba del conjunto anterior está la Virgen Inmaculada derrotando a la serpiente, que encarna el mal. Dicha advocación está representada con sus símbolos habituales hechos en este caso de metal (plomo): una media luna a los pies y una corona con doce estrellas en cabeza. En la parte alta vemos al Arcángel Gabriel, ángel de la guardia, cogiendo al niño de la mano, que representa la inocencia que es salvada del Mal y por otro lado está el Arcángel Miguel que, como es habitual, se le simboliza luchando contra el diablo. Para finalizar, debajo de la ménsula que sostiene el conjunto final, se encuentran los cuatro ángeles que sostienen la ciudad sagrada de Jerusalén.

En lo más alto del crucero se escenifica el desenclavo de Cristo. Esta es la parte más importante del conjunto. Hay que destacar como fue vaciada aquella única roca de granito traída de la zona de Liméns. Es importante que uno se pare a contemplar los detalles de las vestiduras y las proporciones de los cuerpos, pero lo primordial es la expresión que el autor consiguió dar a las figuras. Haciendo una descripción de la escena, vemos que Jesús está siendo bajado de la cruz por José de Arimatea, propietario del sepulcro donde fue depositado el cuerpo de Cristo, y por Nicodemo. Abajo San Juan lo agarra de los pies, mientras la Magdalena se echa las manos a la cabeza y la Virgen María se arrodilla mirando hacia sus manos, que suponemos, aguantaban la corona de espinas o esperaba para recoger el cuerpo yacente de su hijo. La escena se completa con dos querubines que sostienen los clavos (el de la derecha) y la placa de INRI (el de la izquierda). IESVS NAZARENVS REX IVDAEORVM «Jesús de Nazaret, Rei de los Judíos». Las herramientas también son de plomo.

Además del Crucero, en este maravilloso entorno encontramos dos importantes obras arquitectónicas: La Iglesia de San Andrés, compendio de diversos estilos que conserva del románico los canzorros del tejado, una planta de cruz latina, y una bella fachada del siglo XII, en cuyo tímpano puede apreciarse un motivo con el "X" de Xristus, que alude a la forma en la que San Andrés, patrón de la parroquia, fue crucificado. En el interior presenta bóvedas de arista gótica combinadas con las barrocas de casetones y un Altar Mayor construido enteramente en piedra policromada; y la Casa Rectoral, una verdadera mansión rural o un pazo abacial si se prefiere, levantada por Ventura de Aldao hace más de 300 años. Se encuentra situada al lado de la iglesia, es de una piedra, con portal y balconada con balaústres también en piedra. Patio de acceso empedrado. Cuenta con fuente y palomar  de forma circular. La casa fecha del siglo XVIII siendo de de estilo barroco.