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Capillla del Hospital

Capela do Hospital

La primera referencia de la existencia de esta institución, se encuentra en 1543, en el listado de vecinos que debían contribuir al fisco, donde figura un tal Juan González del Espital (Hospital) que debía pagar dos reales.
Desde esa fecha, las noticias de esta institución son siempre aisladas y con breves referencias a la actividad del Hospital: así Juan Franco, vecino de Cangas deja por vía testamentaria en 1562, un carro de leña de su devesa que deberá darse perpetuamente cada año al Hospital para beneficio de los pobres. Se tendrá en cuenta, con todo, que estos hospitales, a excepción de los que disfrutaban de cierto prestigio como los de Toledo, Granada o incluso el de Santiago de Compostela que llegaron a tener médicos a su servicio, tenían una función más de residencia o lugar de acogida de pobres que del que hoy entendemos por establecimiento asistencial de enfermos.

En 1588 el visitador arzobispal nos da la breve noticia de que el Hospital tiene cuatro camas y carece de renta alguna, noticia que viene a confirmar que su actividad como institución benéfica quedaba muy limitada al depender del dinero del regimiento (ayuntamiento) y sobre todo de la caridad popular. En 1649, en una nueva visita al Hospital, se aclara que tiene una capilla. En el último tercio del siglo XVII, la falta de recursos provocada por las crisis pesqueras y las guerras con Portugal, junto con la ausencia de limosnas, provocaron la desaparición paulatina del hospital. Solo la capilla siguió recibiendo algunas misas que habían de oficiarse en honra a la patrona.

Las instalaciones del nuevo hospital se deben a la labor del cura Gonzalo de Nogueira y Araujo, que vivió a caballo de los siglos XVII y XVIII. Edificó la nueva capilla, que fue empezada en el 1711 y terminada en el 1715, para que le sirviera de última morada, dotándola de propiedades y rentas suficientes para que estas se habían ido incrementando, con el único objetivo de perpetuar su memoria.

La fundación del hospital, formada además por varias casas terreñas y un hórreo, desaparece poco antes del siglo XIX, por deudas, dilaciones en el pagado y faltas de pago. Solo la capilla de Nuestra Señora de la Concepción permanece hasta que es vendida y desmantelada piedra a piedra en 1966. Su situación original fue en la calle de Eugenio Sequeiros, exactamente donde hoy está el edificio de ABANCA.

A finales de los años noventa un movimiento popular liderado por un arquitecto de renombre de nuestra ciudad comenzó a tomar forma. El proyecto de reconstrucción de la antigua capilla, gracias a una bolsa de la Caixanova, culminó en el  2002 con su inauguración en los Xardíns do Sinal. La capilla no es utilizada para fines religiosos, pero funciona como una sala de exposiciones y es  lugar de bodas civiles.

Arquitectónicamente, consta de una sola nave, con ábside cuadrangular ameado, y en cuyo interior se encuentra la tumba de su fundador. En el blasón de la fachada, resaltan los símbolos de la familia Araujo así como lo de la Santa Inquisición. La capilla  está dedicada a San Roque, a quien se le rendía  culto.  A modo de anécdota, contar que la muerte del  prior se encontró una caja con 30.000 reales de plata, realmente una fortuna toda vez que por aquel entonces una casa costaba unos 2.000 reales de plata.